miércoles, 11 de diciembre de 2019

AMORIS LAETITIA: PREGUNTA DELICADA PERO DETERMINANTE (Parte I)

PRÓLOGO

Llevo ya muchos años confrontándome a este tema, desde que, en el año 1993, se hizo en Alemania un intento de modificar la pastoral para con los así llamados “divorciados vueltos a casarYo aplaudo cualquier esfuerzo para ayudar a las personas afectadas, y pienso que quizá aún no se han agotado todas las posibilidades pastorales. Sin embargo, una verdadera ayuda no puede nunca estar en contradicción a lo que la Iglesia enseña y practica. Si esto llega a suceder, el resultado será un camino errado, que debe ser corregido; y no puede tratarse de una nueva y mejor comprensión.



¿CUÁL ES EL PUNTO CONTROVERSIAL EN TORNO A AMORIS LAETITIA?

En el presente texto quiero tratar con relativa brevedad el punto conflictivo de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, publicada el 19 de marzo de 2016, de manera que aquellos que perciben lo problemático en la nota de pie de página # 351 de dicho documento, tengan la suficiente información para fundamentar su duda. Este texto también ha de servir para compartirlo con personas interesadas en el tema.

El punto de debate está en que el Papa Francisco, a diferencia de todos sus predecesores, quiere posibilitar, en casos especiales, el acceso a los sacramentos a aquellos que viven en una nueva unión íntima, mientras siguen vinculados por un matrimonio sacramental válido.

En la primera etapa posterior a la publicación de Amoris Laetitia parecía que el Papa dejaba la aplicación concreta de sus propuestas en manos de los obispos. Ahora, en cambio, pasado el tiempo, se puede constatar claramente que quiere imponer su línea en muchos campos. Da a entender cada vez más claramente que quiere que su nueva dirección sea vista como una decisión magisterial. Por eso, llegados a este punto, se ha vuelto aún más importante informar a aquellos fieles que quieren tener claridad al respecto.

DECISIONES ESTRATÉGICAS DEL PAPA ANTES DE AMORIS LAETITIA

Para la reunión preparatoria para el Sínodo de la Familia -llevado  a cabo en los años 2014 y 2015-, el Papa Francisco había invitado al Cardenal Walter Kasper a exponer, entre otras cosas, sus tesis respecto a la posibilidad de recibir la comunión para aquellas personas que viven en una segunda unión íntima, mientras siguen vinculadas por un matrimonio sacramental. El hecho de que el ponente haya sido precisamente el Cardenal Kasper, quien fue uno de los tres obispos alemanes que en 1993 habían intentado modificar la praxis de la Iglesia referente a esta cuestión, es ya una clara señal. En ese entonces, en 1994, la propuesta de los obispos alemanes había sido rechazada, conforme a la doctrina de la Iglesia, por el entonces Cardenal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.[1]

Si se invitó al Cardenal Kasper, era lógico que en el documento postsinodal, aunque fuese solo en una nota de pie de página, se abriera paso a una praxis que estaba en contradicción al camino precedente de la Iglesia, y que ya había sido denegada por motivos teológicos y pastorales.

EN CONTRADICCIÓN A LA DOCTRINA Y PRAXIS PASTORAL PRECEDENTES

El siguiente extracto está tomado de la “Carta a los obispos de la iglesia católica sobre la recepción de la comunión eucarística por parte de los fieles divorciados que se han vuelto a casar”:

Fiel a la palabra de Jesucristo, la Iglesia afirma que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el anterior matrimonio. Si los divorciados se han vuelto a casar civilmente, se encuentran en una situación que contradice objetivamente a la ley de Dios y por consiguiente no pueden acceder a la Comunión eucarística mientras persista esa situación. Esta norma de ninguna manera tiene un carácter punitivo o en cualquier modo discriminatorio hacia los divorciados vueltos a casar, sino que expresa más bien una situación objetiva que de por sí hace imposible el acceso a la Comunión eucarística: «Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio».

Quienes están a favor del nuevo camino pastoral emprendido bajo dirección del Papa Francisco -que, en la práctica, son un gran número de obispos y sacerdotes- presentan su visión respecto a la posibilidad de administrar los sacramentos a las parejas en así llamadas “situaciones irregulares como un desarrollo de la doctrina y un acto de la misericordia que Dios, que ahora se hace factible gracias al camino pastoral del Papa Francisco. Frente a ello, conviene citar lo que escribió la Congregación para la Doctrina de la Fe en el mencionado documento:

Para los fieles que permanecen en esa situación matrimonial, el acceso a la Comunión eucarística sólo se abre por medio de la absolución sacramental, que puede ser concedida «únicamente a los que, arrepentidos de haber violado el signo de la Alianza y de la fidelidad a Cristo, están sinceramente dispuestos a una forma de vida que no contradiga la indisolubilidad del matrimonio. Esto lleva consigo concretamente que cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, -como, por ejemplo, la educación de los hijos- no pueden cumplir la obligación de la separación, "asumen el compromiso de vivir en plena continencia, o sea de abstenerse de los actos propios de los esposos"». En este caso ellos pueden acceder a la Comunión eucarística, permaneciendo firme sin embargo la obligación de evitar el escándalo.

Por eso no es de sorprender el que haya otros, si bien son pocos los pastores que hablan abiertamente, que consideran esta cuestión como una desastrosa ruptura con el camino precedente de la Iglesia en este tema, y lo ven incompatible con el mensaje bíblico.

LA CUESTIÓN DE LA VERDAD

Vemos, pues, que hay dos puntos de vista que se excluyen mutuamente, aun si se intentó una y otra vez interpretar la nueva apertura en línea con la Tradición de la Iglesia. Pero aquí no puede haber un acuerdo porque, o bien la nueva posibilidad introducida por Amoris Laetitia es una inspiración del Espíritu Santo -como quieren verlo aquellos que la apoyan-, o, por el contrario, es un grave error, que debilita a la Iglesia y fomenta sacrilegios.

Lamentablemente, a menudo se presenta la cuestión como si fuese un debate entre una tendencia más liberal en la Iglesia, y otra más tradicional y conservadora. Sin embargo, esta interpretación es errada y no corresponde a la realidad, porque las objeciones teológicas y pastorales presentadas se preocupan sobre la veracidad de este nuevo camino.

LA CRÍTICA DE AMORIS LAETITIA NO OFENDE EL MINISTERIO DEL PAPA

Puesto que es el Papa mismo quien lleva responsabilidad por estos cambios, los fieles católicos se encuentran ante un conflicto nada fácil.

Los católicos tienen un comprensible temor de poner en duda las decisiones de un Papa. Fácilmente se lo interpretaría como una actitud que está en contra del Papa. Ciertamente este temor, así como el afecto al Sucesor de Pedro, pueden preservarnos de caer en una crítica irrespetuosa y de menospreciar a la persona del Papa. Sin embargo, no sería correcto cerrar los ojos ante desarrollos cuestionables que corren bajo responsabilidad del Papa. Es él quien tiene la última responsabilidad en un cambio en la pastoral. Por eso, tanto el amor como la verdad exigen que se ponga sobre la mesa aquellas cosas que son dudosas. Pensemos en San Pablo, quien corrigió abiertamente a Pedro, cuando él, por respetos humanos, dio un paso atrás en lo que ya Dios le había hecho entender. Entonces, sería indebido acusar a aquellos que alzan su voz y piden claridad en la doctrina y en la praxis como si esto fuese pecaminoso, queriendo causarles sentimientos de culpabilidad.




[1] http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_14091994_rec-holy-comm-by-divorced_sp.html

2 comentarios:

  1. Querido Elija. Deseo agradecerte por esta primera parte del articulo sobre un tema tan importante. Permitirme incluir un comentario. Como bien apunta un gran Teólogo Tomista y Litúrgico, el Dr. Peter Kwasniewski, a quien me permnito citarlo: somos victimas de más de medio siglo de desacralización y hemos desembocado ahora en Amoris Laetitia. Esta es una perdida progresiva de la sensibilidad ante la Sagrada Eucaristia.
    El continua: «En aquellos primitivos tiempos “pre-Vaticano II”, se enseñaba a los niños a practicar la virtud y a evitar el pecado mortal porque debían desear estar en situación de recibir al Señor y unirse a Él cada vez más estrechamente, hasta llegar a la gloria del Cielo, donde Lo poseerían para siempre. Se les enseñaba que si uno recibía al Señor en estado de pecado mortal, cometía un pecado todavía más grave. Se les enseñaba que hacer una buena confesión, con dolor de los pecados e intención de evitarlos en el futuro, era suficiente para corregir ese estado y recuperar la amistad de Dios. ¿Quién podría seriamente afirmar hoy que la mayoría de los católicos cree en estas cosas, o que siquiera puede reconocer –para qué decir comprender- estas ideas?
    En un contexto general en que pocos católicos van a Misa y comulgan, parece un castigo cruel e inusitado dar un trato especial a un puñado de personas “casadas y divorciadas".
    Este es el cuadro total que explica, a mi juicio, por qué los liberales o progresistas en la Iglesia son absolutamente incapaces de ver por qué pudiera alguien objetar el capítulo 8 de Amoris Laetitia con su nuclear nota a pie de página. Tales personas no creen realmente que la Misa es el verdadero y auténtico sacrificio que ofrece Jesucristo a la Santísima Trinidad; no creen realmente en la transubstanciación y en la Presencia Real; no creen realmente que uno come y bebe la carne y sangre de Dios; no creen que quien come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación, en tanto que quienes comen dignamente preparan su alma y su cuerpo para una resurrección gloriosa, como dice San Pablo.»
    Muchas gracias nuevamente por tu gran labor profetica. Dios te continue bendiciendo.

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